miércoles, 9 de septiembre de 2009

La Pirámide

En estos días mirando una serie nacional en televisión abierta, escuche una frase, que dada la temática de la serie me tomó por sorpresa y me dejó pensando. No recuerdo textualmente la frase, pero básicamente decía algo como lo siguiente:


“Los errores no son lo contrario de los aciertos, son el camino”


En algún punto, esta frase se asemeja a la famosa frase de Edison respecto a la invención de la lámpara incandescente, en la cual decía “No he fracasado mil veces sino mil veces he aprendido lo que no debo volver a hacer”, y a otras tantas de PowerPoint en cadena, que ya me parecen pasadas de moda, ochentonas, y que no aportan demasiado, es como venir a hablar del vaso medio lleno o medio vacío en este momento, toda enseñanza tiene su momento. Obviamente soy conciente de que no estoy descubriendo nada nuevo al pensar en el aprendizaje subyacente que se encuentra en cada error que cometemos, pero lo que me llamó la atención de esta frase al escucharla es el final lo de “son el camino”.


Instantáneamente y sin razón aparente se me vino a la mente la imagen de una pirámide, una pirámide que tenía como cimientos muchos ladrillos con etiquetas de color rojo que decían “Errores” y tenían una fecha al lado. Mas arriba, con etiquetas de color amarillo con menos cantidad por nivel los ladrillos estaban etiquetados con un “Desacierto” y también estaban fechados. Finalmente los de niveles más altos, estaban rotulados en color verde con la palabra “Acierto” y no tenían fecha.


Esta imagen de la pirámide cimentada en errores, disparó a su vez dos recuerdos más, y después de revolver un rato entre mis libros encontré la referencia al primero de ellos:


“…Además, de modo similar a las restantes cosas de la naturaleza que nacen y crecen rápidamente, los Estados surgidos de golpe no pueden tener raíces y ramificaciones tan firmes que la primera circunstancia adversa no las seque…”

“El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo, Carta VII.


Haciendo memoria de la pirámide de mi visión, me di cuenta que las fechas de la base estaban muy cercanas unas de otras, temporalmente hablando, “Errores” había varios por semana, e inclusive varios por día. Los del nivel intermedio como era de esperar, estaban más espaciados en el tiempo, aunque lo que me llamó poderosamente la atención fue que los de arriba de todo, los “Acierto” no tenían fecha.


El segundo recuerdo que les mencionaba, era el de un vendedor puerta por puerta, que como sabiendo que la regla de los grandes números para su sector de venta indicaban solo un dos porciento de ventas por clientes visitados, cada vez que le cerraban una puerta en la cara pensaba “ya van cinco intentos fallidos solo me resta golpear noventa y cinco puertas mas para realizar mis dos ventas.


Después de mucho pensar, finalmente caí en la cuenta, de que la fecha de los “Errores” y “Desaciertos” de los ladrillos de la pirámide no era la fecha en que habían sido colocados como había presupuesto, sino la fecha en que habían sido asimilados como experiencia y ya no como algo negativo, y por tal motivo los “Aciertos” carecían de fecha.


Metiendo en una coctelera y batiendo un poco la frase de la serie, a Maquiavelo, la pirámide, el vendedor, y dos partes de Vodka, el cóctel me hace pensar que la manera mas acertada de conseguir los codiciados Aciertos valga la redundancia (siempre quise meter ese cliché) es generando un marco situacional a través de la experiencia ganada de los Errores y Desaciertos, para que cada nueva situación tenga un punto de similitud con alguna experiencia previa, un punto de referencia creado de golpear puerta tras puerta, con la visión de saber que cada ladrillo colocado en la base nos eleva hacia los Aciertos, y que no existiría la cima de la pirámide sin una base sólida, una venta sin golpear puertas, ni un gran árbol sin profundas raíces.


Una vez más, me despido, como es mi costumbre, con un par de frases que me ha sido de gran utilidad en la construcción de mi pirámide.


“Hay dos tipos de personas, las que nunca se equivocan y las que triunfan”


“Cuando llegues a viejo te arrepentirás más de lo que no hiciste, que de lo que hiciste mal”

Onaikul

martes, 9 de junio de 2009

Monoteismo

Cuando empecé a escribir este blog, me prometí a mi mismo no escribir nunca acerca de lo que entendía de Dios ni del Amor, porque pensé que eran temas muy íntimos y que cada uno tiene una experiencia tan personal y distinta como las personas en si mismas. No obstante acá me tienen escribiendo algunas reflexiones que en algún momento me ayudaron a encontrar un poco de luz acerca de Dios, por lo que no les extrañe que más adelante me ponga cursi y escriba acerca del amor.

Como la gran mayoría de la gente de mi generación, no tengo una gran afición por La Iglesia ni por sus representantes, aunque si me gustan las iglesias y encuentro mucha serenidad en ellas cuando están vacías, creo que queda impregnada la energía de solemnidad, respeto, búsqueda interior y paz que la gente tiene en al momento de visitarlas. Casi con la misma seguridad con que no creo en La Iglesia, creo en algo superior, y durante muchos años y aún hoy en día sigo buscando algunas respuestas. Una vez en medio de esta búsqueda me invadió un pensamiento que me divirtió bastante y quisiera compartirlo.

Imaginé un mono que estaba cerca de una radio y que de repente esa radio se encendía, imaginé al mono sorprendido, temeroso y curioso, pero vencidos los primeros instantes de asombro se acercaba a la radio a examinarla, el mono podía escuchar una voz que identificaba como humana, pero no veía ningún humano cerca, el mono agarra la radio, la sacude, se la acerca al oído y nada, no logra entender donde esta la persona, de donde viene la voz, se sienta se rasca la cabeza piensa, piensa y piensa y nada.
Esta situación la he ampliado en mi cabeza hasta el absurdo (si ya no era lo suficientemente absurda), pensé en que el mono llamaba a los monos más eruditos y entre todos debatían distintas hipótesis, inclusive que desarmaban la radio buscando donde estaba la persona, le cambiaban el dial, escuchaban música que les agradaba, se ponían a bailar, pero de entender como funcionaba la radio estaban a años luz.

Creo que hay cosas que son indiscutibles y en la que podemos coincidir la gran mayoría, creo que todos estamos de acuerdo en que el que hace las cosas bien, la va a ir bien, que el que irradia pensamientos positivos tiene mas chances de que le sucedan cosas buenas que el que piensa todo el día en que todo va a salir mal, e innumerables otros ejemplos. Como todos tengo mis hipótesis de por que esto es así, pero hilando mas y mas fino entiendo que todo responde a leyes absolutas y universales, algunas mas conocidas que otras (hoy día cada vez mas populares a través de libros como el secreto, el 4 en 1 de Conny Mendez, el kybalión, etc.). Extendiendo esta idea trato de imaginar un conjunto de leyes que lo expliquen todo, desde que es lo que hace que dos cuerpos se atraigan por la ley de gravedad, hasta los programas que hacen que una semilla se convierta en una planta y su flor se abra al sol, el conjunto de leyes que lo describe todo.
Siendo totalmente irrespetuoso y pensando escépticamente podría animarme por un momento a vislumbrar que ese conjunto de leyes que lo explica todo podría parecerse bastante o inclusive ser Dios. No obstante como la gran mayoría, prefiero personificar a Dios en un viejito canoso y de pelo largo semejante a Gandalf el mago, que conoce todas estas leyes y las aplica con su callado.

Volviendo al tema anterior, entiendo que el mono simplemente no esta “diseñado” para entender como funciona la radio, no tiene la capacidad de entenderlo, por mas que se junten los monos mas avanzados, debatan, hagan experimentos y miles de otras pruebas, no está en su naturaleza poder entender como funciona la radio.
A este punto ya cae de maduro hacia donde apunto, claramente creo que por mas que lo intente y conjeture, no dispongo de herramientas para entender a Dios, y pensando nuevamente en el mono y la radio, creo que ya no trato de entender mas a Dios, solo intento disfrutar de su música.

Onaikul

domingo, 11 de enero de 2009

Convenciones del Orto

Por mucho que trate, cuando intento recordar pasajes de mi infancia y de mi adolescencia, siempre recaigo en la misma decena de imágenes en mi mente. No obstante, increíblemente y sin relación aparente, estos días recordé dos nuevos pasajes que de una manera poco convencional si se encuentran relacionados.

Tendría que estar yo en la escuela primaria, y por primera vez en mi vida alguien me decía que al sonreír se me hacían pocitos en la cara. Lejos de tomarlo como un cumplido mi primera reacción fue la de sentir aquel comentario casi como un insulto, como si estuviesen evidenciando un defecto físico, una malformación o algo por el estilo. Que mal gusto pensé enojado, y por aquel entonces ya afloraron precoces indicios de misoginia en mi cabeza. La persona que estaba conmigo debió advertir mi amargura por la expresión en mi cara y finalmente me explicó que lejos de ser un defecto, los pocitos en la cara eran algo lindo, algo simpático, algo deseable, e instantáneamente volví a sonreírle.

El segundo de los recuerdos al cual hacia mención, transcurrió años después cuando me encontraba en la escuela secundaria y por primera vez escuchaba hablar de la celulitis. Cuando pregunté a la persona que me lo había mencionado que era la celulitis me explicó que eran pocitos que se hacían normalmente en la cola de las mujeres. Que lindo pensé, sin siquiera haberme dado tiempo para hacer una relación conciente de lo que estaba pensando. Al comentárselo a la chica con la que estaba, ésta me miró con cara de desconcierto como quien escucha a un amigo con toda naturalidad decirle que proviene del planeta Marte y viene en son de paz.

Me queda claro que no estoy descubriendo nada nuevo, pero nunca me había detenido a pensar hasta que punto la belleza no es más que un puñado de convenciones que van cambiando a través del tiempo, basta recordar la famosa pintura de Goya, La Maja desnuda del siglo XVIII, o La Venus del Espejo de Velásquez, para darnos cuenta que los parámetros de belleza de la época poco tienen en común con los de nuestros días, sin ir tan lejos en el tiempo y en la distancia, podemos recordar a las vedettes argentinas de los años ochenta para darnos cuenta inclusive en que poco tiempo pueden cambiar estas convenciones.

Queridas Mujeres, sus pocitos en el culo son hermosos, les hacen creer al mundo que le sonríen



La Venus del Espejo


La Maja Desnuda

Onaikul